La Biblia
 

 Genesis

 

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

Entonces dijo Dios: “Sea la luz,” y fue la luz.

Dios vio que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas.

Dios llamó a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y fue la mañana del primer día.

Entonces dijo Dios: “Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas.”

E hizo Dios la bóveda, y separó las aguas que están debajo de la bóveda, de las aguas que están sobre la bóveda. Y fue así.

Dios llamó a la bóveda Cielos. Y fue la tarde y fue la mañana del segundo día.

Entonces dijo Dios: “Reúnanse las aguas que están debajo del cielo en un solo lugar, de modo que aparezca la parte seca.” Y fue así.

Llamó Dios a la parte seca Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares; y vio Dios que esto era bueno.

Después dijo Dios: “Produzca la tierra hierba, plantas que den semilla y árboles frutales que den fruto, según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra.” Y fue así.

La tierra produjo hierba, plantas que dan semilla según su especie, árboles frutales cuya semilla está en su fruto, según su especie. Y vio Dios que esto era bueno.

Y fue la tarde y fue la mañana del tercer día.

Entonces dijo Dios: “Haya lumbreras en la bóveda del cielo para distinguir el día de la noche, para servir de señales, para las estaciones y para los días y los años.

Así sirvan de lumbreras para que alumbren la tierra desde la bóveda del cielo.” Y fue así.

E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para dominar en el día, y la lumbrera menor para dominar en la noche. Hizo también las estrellas.

Dios las puso en la bóveda del cielo para alumbrar sobre la tierra,

para dominar en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que esto era bueno.

Y fue la tarde y fue la mañana del cuarto día.

Entonces dijo Dios: “Produzcan las aguas innumerables seres vivientes, y haya aves que vuelen sobre la tierra, en la bóveda del cielo.”

Y creó Dios los grandes animales acuáticos, todos los seres vivientes que se desplazan y que las aguas produjeron, según su especie, y toda ave alada según su especie. Vio Dios que esto era bueno,

y los bendijo Dios diciendo: “Sed fecundos y multiplicaos. Llenad las aguas de los mares; y multiplíquense las aves en la tierra.”

Y fue la tarde y fue la mañana del quinto día.

Entonces dijo Dios: “Produzca la tierra seres vivientes según su especie: ganado, reptiles y animales de la tierra, según su especie.” Y fue así.

Hizo Dios los animales de la tierra según su especie, el ganado según su especie y los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios que esto era bueno.

Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra.”

Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó.

Dios los bendijo y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra.”

Dios dijo además: “He aquí que os he dado toda planta que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra, y todo árbol cuyo fruto lleva semilla; ellos os servirán de alimento.

Y a todo animal de la tierra, a toda ave del cielo, y a todo animal que se desplaza sobre la tierra, en que hay vida, toda planta les servirá de alimento.” Y fue así.

Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno. Y fue la tarde y fue la mañana del sexto día.

Así fueron terminados los cielos y la tierra y todos sus ocupantes.

El séptimo día Dios había terminado la obra que hizo, y reposó en el séptimo día de toda la obra que había hecho.

Por eso Dios bendijo y santificó el séptimo día, porque en él reposó de toda su obra de creación que Dios había hecho.2:1:1 - 2:1:22

 Aflicción de los Israelitas en Egipto

Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob, cada uno con su familia:

Rubén, Simeón, Leví, Judá,

Isacar, Zabulón, Benjamín,

Dan, Neftalí, Gad y Aser.

Todas las personas descendientes directos de Jacob eran setenta. José ya estaba en Egipto.

Murieron José y sus hermanos, y toda aquella generación.

Pero los hijos de Israel fueron fecundos y se hicieron muy numerosos; se multiplicaron y llegaron a ser muy poderosos. Y la tierra estaba llena de ellos.

Después se levantó un nuevo rey en Egipto que no había conocido a José, el cual dijo a su pueblo:

“He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros.

Procedamos astutamente con él para que no se multiplique; no suceda que, en caso de guerra, también se una a nuestros enemigos, luche contra nosotros y se vaya del país.”

Entonces les impusieron jefes de tributo laboral que los oprimiesen con sus cargas, y edificaron para el faraón las ciudades almacenes de Pitón y Ramesés.

Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y se propagaban, de manera que los egipcios se alarmaron a causa de los hijos de Israel.

Entonces los egipcios los hicieron trabajar con dureza,

y amargaron sus vidas con el pesado trabajo de hacer barro y adobes, aparte de todo trabajo en el campo; y en todos los tipos de trabajo les trataban con dureza.

También el rey de Egipto habló a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra y la otra Fúa, y les dijo:

—Cuando asistáis a las mujeres hebreas a dar a luz y veáis en la silla de parto que es niño, matadlo; pero si es niña, dejadla vivir.

Pero las parteras temían a Dios y no hicieron como el rey de Egipto les mandó, sino que dejaban con vida a los niños varones.

Entonces el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: —¿Por qué habéis hecho esto de dejar con vida a los niños varones?

Las parteras respondieron al faraón: —Las mujeres hebreas no son como las egipcias. Ellas son vigorosas y dan a luz antes de que llegue a ellas la partera.

Dios favoreció a las parteras, y el pueblo se multiplicó y se fortaleció muchísimo.

Y sucedió que, porque las parteras tuvieron temor de Dios, él también les dio a ellas su propia familia.

Entonces el faraón mandó a decir a todo su pueblo: “Echad al Nilo a todo niño que nazca, pero a toda niña conservadle la vida.”

 

 

 

 

 

 "El Señor  restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas."

Salmos147:3

 

 "El Señor  restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas."

Salmos147:3

 

 

"Deleítate en el Señor y El te cocederá los deseos de tu corazón. "

Sal: 37:4    

"Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu."

Sal: 51:10

World Prayer
 

Los dos deudores                       40:18:23 - 40:18:35

 

Por esto, el reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos.

Y cuando él comenzó a hacer cuentas, le fue traído uno que le debía diez mil talentos.

Puesto que él no podía pagar, su señor mandó venderlo a él, junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, y que se le pagara.

Entonces el siervo cayó y se postró delante de él diciendo: “Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.”

El señor de aquel siervo, movido a compasión, le soltó y le perdonó la deuda.

Pero al salir, aquel siervo halló a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y asiéndose de él, le ahogaba diciendo: “Paga lo que debes.”

Entonces su consiervo, cayendo, le rogaba diciendo: “¡Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré.”

Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que le pagara lo que le debía.

Así que, cuando sus consiervos vieron lo que había sucedido, se entristecieron mucho; y fueron y declararon a su señor todo lo que había sucedido.

Entonces su señor le llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.

¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, así como también yo tuve misericordia de ti?”

Y su señor, enojado, le entregó a los verdugos hasta que le pagara todo lo que le debía.

Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

 

Translate This Page

Crucifición y Muerte de Jesús 

41:15:21 - 41:15:41

 

Obligaron a uno que pasaba viniendo del campo, a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, a que cargara la cruz de Jesús.

Y le llevaron al lugar llamado Gólgota, que traducido es lugar de la Calavera.

Le dieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó.

Y le crucificaron, y repartieron sus vestiduras, echando suertes sobre ellas para ver qué se llevaría cada uno.

Era la hora tercera cuando le crucificaron.

El título de su acusación estaba escrito: El Rey De Los Judios.

Y con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda.

Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.

Y los que pasaban le insultaban, meneando sus cabezas y diciendo: —¡Ah! Tú que derribas el templo y lo edificas en tres días,

¡sálvate a ti mismo y desciende de la cruz!

De igual manera, burlándose de él entre ellos mismos, los principales sacerdotes junto con los escribas decían: —A otros salvó; a sí mismo no se puede salvar.

¡Que el Cristo, el rey de Israel, descienda ahora de la cruz para que veamos y creamos! También los que estaban crucificados con él le injuriaban.

Cuando llegó la hora sexta, descendió oscuridad sobre toda la tierra, hasta la hora novena.

Y en la hora novena Jesús exclamó a gran voz, diciendo: —¡Eloi, Eloi! ¿Lama sabactani? —que traducido quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?—.

Al oírle, algunos de los que estaban allí decían: —He aquí, llama a Elías.

Corrió uno y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber, diciendo: —Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.

Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Y el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.

El centurión que estaba de pie delante de él, cuando vio que había muerto de esta manera, dijo: —¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!

También estaban allí algunas mujeres, mirando desde lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo el Menor y de José, y Salomé.

Cuando Jesús estaba en Galilea, éstas le seguían y le servían. También había muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.

                                                           San Lucas

                                                   Dedicatoria a Teófilo

42:1:1 - 42:1:4

 

Puesto que muchos han intentado poner en orden un relato acerca de las cosas que han sido ciertísimas entre nosotros,

así como nos las transmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra,

me ha parecido bien también a mí, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el comienzo, escribírtelas en orden, oh excelentísimo Teófilo,

para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.

                                                      San Juan

                                               El Verbo hecho carne

 43:1:1 - 43:1:18

 

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

El era en el principio con Dios.

Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan.

El vino como testimonio, a fin de dar testimonio de la luz, para que todos creyesen por medio de él.

No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.

Aquél era la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene al mundo.

En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron.

Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio derecho de ser hechos hijos de Dios,

los cuales nacieron no de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varón, sino de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan dio testimonio de él y proclamó diciendo: “Este es aquel de quien dije: El que viene después de mí ha llegado a ser antes de mí, porque era primero que yo.”

Porque de su plenitud todos nosotros recibimos, y gracia sobre gracia.

La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie le ha visto jamás; el Dios único que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

 

02 Ancient Of Days.mp3

Make a free website with Yola